Meditemos la pasión del Señor y nuestro corazón, si
no es de piedra, se conmoverá Jesús sufrió por cada uno de nosotros, como si
existiera nadie más. Quien reflexiona sobre el hecho de que Jesús fue
sacrificado por nuestros delitos, debe arrepentirse y reparar con la penitencia
sus propias culpas. (Beato José Allamano)