MARÍA, MODELO Y GUIA EN LA FE
"La primera bienaventuranza que menciona el Evangelio es la fe, y se refiere a María “Feliz la que ha creído” (Lc 1, 45) estas palabras, pronunciadas por Isabel, ponen de relieve el contraste entre la incredulidad de Zacarías y la fe de María. Al recibir el mensaje del futuro nacimiento de su Hijo, Zacarías se había resistido a creer, juzgando que era algo imposible, porque tanto él como su mujer eran ancianos."
(Catequesis de Papa Juan Pablo II)
"Tratemos de santificar este mes honrándola y creciendo cada vez más en el amor hacia ella. Hacer sacrificios en honor de María está bien, pero vale más la imitación de sus virtudes."
La Historia del cuadro de la Consolata
La tradición popular, cuenta que la imagen de Nuestra Señora “La Consolata” fue pintada por San Lucas y venerada en el Oriente en los primeros siglos del cristianismo. El Obispo de Vercelli-Italia, San Eusebio, en el siglo IV. Al regresar de un destierro al que había sido condenado, trajo de Palestina la Sagrada Imagen como regalo a San Máximo, Obispo de Turín, el cual construyo una capilla en su honor y difundió la devoción entro los turinenses, quienes acudían a Ella para confiarle sus penas e implorar consuelo. Con el correr de los siglos y el impacto de las guerras, el templo donde Ella era venerada, fue destruido, quedando en el olvido su recuerdo. En el año 1104 Juan Ravais ciego de nacimiento, tuvo una visión en la que la Santísima Virgen Consolata la pedía ir hasta Turín a buscar su imagen que había quedado sepultada bajo los escombros, cerca al templo de San Andrés.
EL CIEGO DE BRIANÇON
Desde Briancon (Francia), su tierra natal, Juan se hizo conducir al lugar indicado por la Santísima Virgen, y el 20 de Junio fue extraído, el cuadro de entre los escombros hallándose en perfecto estado y al instante el ciego recobro la vista. Conmovidos por tal prodigio los turineses reconstruyeron el templo en honor de Nuestra Señora “La Consolata" y desde entonces, es Ella quien, por haber experimentado el verdadero Consuelo: Jesús, puede ofrecerlo en abundancia a sus hijos e hijas que acuden a Ella de todos los lugares de la tierra.
El Padre José Allamano, quien fue beatificado en el año 1990, por el Papa Juan Pablo II, fue rector del Santuario de la Virgen Consolata por 46 años, tiempo en el cual cubrió de esplendor este santuario Mariano renovándolo material y espiritualmente.
Se puede decir que María fue todo en la vida de este Santo. De su relación intima con la Virgen Consolata, surgió en él la inspiración de fundar el Instituto de los Misioneros de la Consolata en 1901 y el de las Hermanas Misioneras de la Consolata en 1910 para evangelización “ Ad gentes”
"Somos consolatinos. Debemos sentirnos afortunados por llevar el nombre de la Virgen"
(Beato José Allamano)