viernes, 17 de agosto de 2012


SIGNOS DE ESPERANZA Y CONSOLACIÓN

A  lo largo de su recorrido entre  Judea y Samaria Jesús iba encontrando toda clase de personas:  la samaritana, el ciego de Jericó, Zaqueo, Mateo, la mujer Siro Fenicia, etc. encuentros significativos  iban generando cambios en las personas que se sentían tocadas e interpeladas por el maestro.

En estos días, viajando de Florencia a San Vicente en taxi entablamos conversación con el conductor quien al poco tiempo dijo que me conocía y pronunció mi nombre. Me causó sorpresa y le pregunté ¿dónde me conoció?

Nos habíamos visto hace unos seis años en la última vereda ubicada antes de la desembocadura del río Caguán. Hablamos de los misioneros/as que por allí estuvimos, hablamos de nuestra experiencia de Dios en estas tierras inhóspitas y recordamos tantas personas que en común conocimos.

Dos sentimientos me invadieron: por un lado la alegría de verme reconocida; no sólo como la hna María sino más bien como representante de una Iglesia que en estas tierras y ríos busca ser presencia del Reino y por otro lado la tristeza al escuchar que personas amigas han terminado sus matrimonios y se han unido con otros y otras; personas conocidas han sido secuestradas o asesinadas; personas que han cambiado de religión y ahora ya no creen en la Iglesia Católica ni en ninguna otra.

Termino preguntándome ¿qué queda después de tanta entrega, sacrificio y tiempo dedicado a nuestra gente? La dinámica del Evangelio nos estimula a sembrar sin esperar frutos, a dejar que el Espíritu dé vida y conduzca la historia de cada uno, porque Dios es Padre de misericordia y tiene su hora para llegar al corazón de sus hijos. En sus manos coloco estos nueve años vividos a lo largo de los ríos Caquetá y Putumayo, a tantas personas que en ese tiempo encontré.

Nuestra vida misionera es hecha de ENCUENTROS y estamos llamadas a dejar en cada uno de ellos signos de esperanza y consolación.

Hna Maria da Graça Amado




lunes, 6 de agosto de 2012

“Id y haced discípulos a todos los pueblos”


 En preparación a la “Jornada mundial de la juventud”,  que se llevará  a cabo en julio de 2013 en Río de Janeiro – Brasil; los jóvenes de la parroquia de “Nuestra Señora de la Sabiduría” y su arciprestazgo, pertenecientes a la Zona Pastoral del Espíritu Santo en Bogotá, han recibido la visita de la cruz de la Jornada .
Jóvenes cargando la Cruz peregrina

El 28 de julio, se han reunido alrededor de unos 60 jóvenes   de las parroquias de Nuestra Señora de la Sabiduría, San Esteban Protomártir, San Ireneo, San Pablo, Santa Isabel de Hungría y  Santa Rosa de Lima, quienes con gran ardor en el corazón  desean  ser discípulos  y misioneros que escuchan el mandato del Maestro: “Id y haced discípulos”.
Esta noche en la vida de estos jóvenes, tuvieron eco las palabras del Beato Juan Pablo II, quien el 22 de abril de 1984 finalizando el Año Santo, después de cerrar la Puerta Santa, entregó esta cruz a los jóvenes del mundo diciendo:
“Queridos jóvenes,  al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención”
Alrededor de la “Cruz peregrina” , hubo oración, reflexión, música, dinámicas, compartir fraterno y con seguridad un “SÍ” generoso de parte de estos jóvenes para configurarse con Cristo vivo y anunciarlo con sus vidas, siendo y  haciendo discípulos donde quieran que vayan.

Parroquias participantes

Momento de reflexión

...."alabando al Señor con danzas"

¿Y tú que estas esperando para ser discípulo?

El pasado 29 de Julio  la Hermana Milena Gosgnach, de origen Italiano, perteneciente a nuestro Instituto de Hermanas Misioneras de la Consolata, celebró sus 60 años de consagración religiosa. En la Celebración Eucarística nos unimos con alegría y acción de gracias a la oración que ella pronunció.
P. Lisandro Rivas, Misionero de la Consolata y la Hna. Milena
Hoy vengo a decirte gracias, gracias por todo Señor; hoy vengo a decirte gracias, gracias por todo Señor.
Gracias Señor por mis padres, gracias Señor por la vida, gracias Señor por llamarme, gracias por todo Señor.
Gracias Señor por la Eucaristía, gracias por el don de María, gracias Señor por esta comunidad misionera.  Gracias por todo Señor.
Hoy vengo a decirte gracias, gracias por todo Señor.  Hoy vengo a decirte gracias, gracias por todo Señor.


Gracias a Sr. Judith y Hermanas que me acompañaron en este aniversario, gracias a Padre Lisandro por la celebración de la Eucaristía.  Gracias para todos. Amén.