‘El Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros’. ¡En estas palabras, que nunca dejan de sorprendernos, está
todo el cristianismo! ¡Dios se hizo mortal, frágil como nosotros, compartió
nuestra condición humana, excepto el pecado,
pero tomó sobre sí los nuestros como si fueran propios ha entrado en nuestra historia, se volvió
plenamente Dios-con-nosotros!”.
El
nacimiento de Jesús, entonces, nos muestra que Dios ha querido unirse a todos
los hombres y mujeres, a cada uno de nosotros, para comunicarnos su Vida y su alegría”.
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