COMPARTIR EL AMOR QUE HEMOS RECIBIDO
El mandato que dejó
nuestro Señor Jesucristo a sus discípulos, de ir por todo el mundo y hacer discípulos es un mandato patente en
nuestros días, pero muchas veces parece que los discípulos escasean, no porque
falte trabajo, sino porque faltan trabajadores, los cuales no quieren
ser testigos, ni dar testimonio del amor de Dios, o mejor,
tienen miedo de comprometerse seriamente a vivir su fe en un mundo
autosuficiente y superficial.
Es por eso que
todos aquellos, que de una u otra
manera hemos sido testigos de este amor, tenemos una grande
responsabilidad: compartir ese Amor de
la mejor forma posible en medio
de nuestras comunidades, esforzándonos
al máximo por tener un especial cuidado
en el trabajo pastoral, dándole mucha importancia y respeto a
la pastoral de infancia y de los jóvenes, pues ellos necesitan experimentar el amor de Dios, nuestro padre, para que, a su vez, lo
puedan compartir.