MI EXPERIENCIA EN TIERRA BOMBA
Estoy muy
contenta de haber aceptado el llamado que Dios me hizo a través de las Hermanas
Misioneras de la Consolata. Gracias en particular
a la Hermana Resty Malile y a la gente de esta hermosa isla donde me sentí más
que acogida y muy acompañada durante la novena de Navidad que viví en Tierra Bomba,
una isla situada al Oeste del mar Caribe, donde realmente
me sentí en familia.
Mi
experiencia como voluntaria me ha llenado de nuevas perspectivas y proyectos que sueño realizar, gracias a esta
oportunidad en la que he podido mirar con ojos nuevos, llenos de amor y deseo
de servicio, una realidad toda nueva para mí. Mi impactó ver cómo allá las
personas luchan por tener agua potable todos los días mientras nosotros la
malgastamos, como si nunca se fuera a acabar; comprendí como es de gratificante
saludar a las personas, a quien pasa a tu lado, porque es hacerlo parte de ti;
bien diferente a lo que acontece muy frecuente en la ciudad cuando somos egoístas
y al pasar al lado de otra persona nos comportamos como si no nos importara y mucho mejor si no nos hacemos siquiera
notar. En Tierra Bomba no es así, tú eres parte de ellos y te lo hacen notar
empezando por el saludo que te dan al pasar.
Y aunque si son
personas grandiosas experimento la gran necesidad de llevar la palabra de Dios
a esta isla, porque veo a las personas
muy despreocupadas por su vida espiritual y aunque si la participación de los
adultos en la novena de Navidad no fue tan notoria me gustó ver que los más
interesados en participar fueron los
niños, bien sea por interés o porque realmente querían, pero estaban allí; un
lugar con niños siempre traerá felicidad y nuevas esperanzas. Tuve la
oportunidad de sentarme a hablar muchas veces con ellos y es enriquecedor conocer
lo que sueñan, anhelan y esperan; sé que con más apoyo y dedicación, estos
chicos pueden llegar a ser grandes misioneros, lastimosamente se malgasta la
valentía y la energía que tienen.
Es muy grato
sentir el abrazo de la gente y escuchar las buenas intenciones y deseos que
tienen para nosotros, como si hubiésemos hecho mucho por ellos, aunque en
realidad son ellos quienes han hecho mucho más por nosotros, dejándonos más de
una enseñanza para la vida.
Lo mismo
hicieron las Hermanas Misioneras de la Consolata que me dieron la oportunidad
de conocer más a fondo su carisma y realmente me he quitado las dudas que tenía
de ser parte de esta hermosa comunidad. Me siento privilegiada de haber estado
en esta misión y de haberlas conocido. Sé que con la ayuda de Dios y de la
Virgen María esta será la primera de muchas más experiencias misioneras, junto
a las Misioneras de la Consolata.
Muchas gracias y mil bendiciones.
Edith Ximena
Caro Durán
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