TRAVIESA LA SOÑADORA
Cuentan que una
semilla de nombre “Traviesa”, muy inquieta, alegre y emprendedora, soñaba y soñaba: ¿cómo podré liberarme y salir
de este duro cascarón que me tiene
presa? ¡Estoy cansada de este encierro tan
aburridor! Entonces, para distraerse un poco, cantaba con
fuerte y sonora voz: Quiero salir,
quiero volar y los bellos paisajes contemplar.
Caminaré, correré y mi semilla, en tierra abonada sembraré; en aquellos surcos,
amor y paz yo regaré. Mientras
cantaba “Traviesa” planeó una
inteligente hazaña: Convencer a sus
amigas “tremenda” y “tremendita” para que le ayudasen en su soñado plan.
Aquella
mañana bien temprano, las tres amigas se levantaron en puntillas y con gran silencio, se dirigieron a su padre el “gran árbol”, le guiñaron el ojo, luego,
dieron media vuelta y de un empujón abrieron el cascaron; muy felices salieron cantando y saltando de alegría; en seguida, como una piedra, se
lanzaron a tierra cayendo bajo el “gran árbol” que estaba inundado por el
torrencial aguacero que había caído en la noche. Allí quedaron sumergidas, embarradas, y muy
tristes. Pero, “Traviesa”, como siempre,
sin perder el ánimo, dijo a sus compañeras: Valientes amigas: ¡Vamos¡ salgamos de aquí, No hay tiempo para el desánimo.
Juntas,
realizaremos este sueño, ¿sueño? Dijeron ellas; sí, ¡vamos! llenaremos la tierra
de alegría, amor y paz; qué mejor semilla podemos sembrar? Esto es lo que hizo Jesús, entregando su vida
por amor a nosotros.
Después
de interiorizar este pequeño cuento preguntémonos ahora: ¿Qué tipo de amor, alegría y paz estoy sembrando
yo? Amigos, ¿No creen ustedes que el mundo sería mejor si cada uno de nosotros
saliera de su propio cascarón, acomodado, tranquilo y pusiera al servicio de
los demás la riqueza de su noble corazón?
Hna. Pedrángela Alfonso Ruiz
Misionera de la Consolata
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