miércoles, 9 de noviembre de 2016

AMAR NO SIGNIFICA TENER, SINO SER

En el  mes de octubre de 2016 tuve la dicha de asistir a cinco matrimonios en la etnia Murui-Muinana que vive a orillas del río Caquetá. Contrario a lo que piensan muchas personas sobre cómo podría celebrarse el matrimonio:  “tener un anillo valioso”, “carro de lujo”, “los trajes costosos de la boda”  los matrimonios que yo presencié tuvieron nada de esto. Fueron engalanados  por la bellezas de la Amazonía, las capillas o las malocas donde celebraron las bodas eran bien decoradas por las comunidades guiadas  por sus catequistas. La tranquilidad marcó dichas celebraciones. Las parejas entraron en el sitio con los demás  y ocuparon los espacios preparados para ellos y durante la misa pronunciaron sus promesas de fidelidad matrimonial mutuas
Este acontecimiento nos ayuda a profundizar el hecho que tener no nos hace felices sino que son las actitudes que tomamos en la vida que nos hacen felices. Felicidad es saber aprovechar las oportunidades de cada mañana. Es decir sí a la vida y no a la muerte. Es la habilidad de ser auténticos y no dejar que el mundo nos proponga los caminos que debemos  tomar. Es tener la meta en la vida y luchar para realizarla. Es sentirse contento con la persona que  yo soy.
Dios nos invita cada día a la vida. Responder a la vida es ser cocreador con El. Es tener corazón grande para abrazar a todas las personas que encontramos en nuestro camino. Tener corazón grande significa ser otro/otra Cristo en este mundo; el Cristo pobre, pero muy rico de amor. Es amar incondicionalmente, es decirle al mundo que la paz que todos anhelamos es posible, es dar a beber a todos de nuestro pozo, este oasis que nunca se seca, es siempre viviente, con agua abundante.





 Hermana Gladys Nduma Karigi 




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