martes, 12 de febrero de 2013


“Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación” (2 Cor 6,1-2). San Pablo llama “tiempo favorable, día de la salvación”, es decir digno de ser aceptado con gratitud y amor, el tiempo del evangelio. La Iglesia aplica estas palabras de San Pablo a la Cuaresma es realmente favorable. En el Señor acepta encantado todo lo que hacemos, escucha nuestras suplicas más que en otros momentos. Por lo tanto, debemos despertarnos, no dejarlo pasar en vano: debemos valorarnos mucho y no decir: “Pero yo no puedo ayunar, no puedo rezar más de lo que ya rezo”. No es la cantidad lo que importa, sino la intensidad. Necesitamos estar más unidos a Dios y no pasar horas enteras sin pensar en Jesús.
La Cuaresma es un tiempo especial de penitencia y oración. Nosotros  todavía no somos como aquellos santos que se alimentaban sólo  a pan y agua. De todos modos, el espíritu de penitencia es necesario para acostumbrarse a las exigencias de la vida. El Señor ama los pequeños sacrificios, perennes, minuciosos. Hay tantos modos de hacer penitencia y de ayunar. El que no lo hace  de una forma, debe hacerlo de otra. Además del ayuno de alimentos existe el de los ojos, el de la imaginación y el del espíritu.

          (Beato José Allamano)

No hay comentarios:

Publicar un comentario