martes, 28 de julio de 2015

COMPARTIR EL AMOR QUE HEMOS RECIBIDO

El mandato   que dejó  nuestro Señor Jesucristo a sus discípulos, de ir  por todo el mundo  y hacer discípulos es un mandato patente en nuestros días, pero muchas veces parece que los discípulos escasean, no porque falte trabajo, sino porque  faltan trabajadores, los cuales no quieren ser  testigos,  ni dar testimonio del amor de Dios, o mejor, tienen miedo de comprometerse seriamente a vivir su fe en un mundo autosuficiente y superficial.
Es por eso  que  todos aquellos,  que de una u otra manera  hemos sido  testigos de este amor, tenemos una grande responsabilidad:  compartir  ese Amor de  la mejor forma posible  en medio de nuestras  comunidades, esforzándonos al máximo por tener  un especial cuidado en el trabajo pastoral,  dándole  mucha importancia  y respeto a   la pastoral  de infancia y de  los jóvenes, pues  ellos necesitan experimentar  el amor de Dios,  nuestro padre,  para que, a su vez,  lo   puedan compartir.
Todos los que hemos sido llamados y hemos recibido del mismo DIOS,   la luz, que es nuestro Señor Jesucristo debemos  compartirla con todos nuestros hermanos, muchas veces sin palabras, pero sí,  con nuestro propio testimonio de vida que debe irradiar a todos los que se acercan a nosotros.
Jóvenes y jovencitas:   La vocación al servicio y a la construcción del reino  de Dios, es el regalo más grande que cualquier ser humano puede recibir tanto a  nivel material como espiritual;  por eso les digo, no  les de miedo  arriesgarse a ser testigos y dar testimonio del amor de Dios en una sociedad como la  nuestra que trata de desplazar a Dios y es en realidad cuando más lo necesita.
Ánimo, Cristo te espera y la humanidad te agradecerá!




Jhon Eduar Orjuela Lopez con un grupo de jovenes en la Tagua - Caquetá

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