viernes, 22 de enero de 2016

MI EXPERIENCIA EN TIERRA BOMBA
Estoy muy contenta de haber aceptado el llamado que Dios me hizo a través de las Hermanas Misioneras de la Consolata.  Gracias en particular a la Hermana Resty Malile y a la gente de esta hermosa isla donde me sentí más que acogida y muy acompañada durante la novena de Navidad que viví en Tierra Bomba, una isla situada al Oeste del mar Caribe, donde realmente me sentí en familia.
Mi experiencia como voluntaria me ha llenado de nuevas perspectivas y  proyectos que sueño realizar, gracias a esta oportunidad en la que he podido mirar con ojos nuevos, llenos de amor y deseo de servicio, una realidad toda nueva para mí. Mi impactó ver cómo allá las personas luchan por tener agua potable todos los días mientras nosotros la malgastamos, como si nunca se fuera a acabar; comprendí como es de gratificante saludar a las personas, a quien pasa a tu lado, porque es hacerlo parte de ti; bien diferente a lo que acontece muy frecuente en la ciudad cuando somos egoístas y al pasar al lado de otra persona nos comportamos como si no nos importara  y mucho mejor si no nos hacemos siquiera notar. En Tierra Bomba no es así, tú eres parte de ellos y te lo hacen notar empezando por el saludo que te dan al pasar.
Y aunque si son personas grandiosas experimento la gran necesidad de llevar la palabra de Dios a esta isla, porque  veo a las personas muy despreocupadas por su vida espiritual y aunque si la participación de los adultos en la novena de Navidad no fue tan notoria me gustó ver que los más interesados en participar  fueron los niños, bien sea por interés o porque realmente querían, pero estaban allí; un lugar con niños siempre traerá felicidad y nuevas esperanzas. Tuve la oportunidad de sentarme a hablar muchas veces con ellos y es enriquecedor conocer lo que sueñan, anhelan y esperan; sé que con más apoyo y dedicación, estos chicos pueden llegar a ser grandes misioneros, lastimosamente se malgasta la valentía y la energía que  tienen.
Es muy grato sentir el abrazo de la gente y escuchar las buenas intenciones y deseos que tienen para nosotros, como si hubiésemos hecho mucho por ellos, aunque en realidad son ellos quienes han hecho mucho más por nosotros, dejándonos más de una enseñanza para la vida.
Lo mismo hicieron las Hermanas Misioneras de la Consolata que me dieron la oportunidad de conocer más a fondo su carisma y realmente me he quitado las dudas que tenía de ser parte de esta hermosa comunidad. Me siento privilegiada de haber estado en esta misión y de haberlas conocido. Sé que con la ayuda de Dios y de la Virgen María esta será la primera de muchas más experiencias misioneras, junto a las Misioneras de la Consolata.

 Muchas gracias y mil bendiciones.
Edith Ximena Caro Durán

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